Ingeniera de Fiabilidad y Mantenimiento en Repsol Química
Jordi Salvat
18/06/2021
María Rodríguez Domínguez es Ingeniera industrial superior por la ETSII de la Universidad de Valladolid (1999), especialidad Mecánica de máquinas, y el proyecto final de carrera lo cursó en la Universidad de Stuttgart (2000). Se ha seguido formando y es Master Gestión de mantenimiento ISE (2006), Master Técnico de Prevención y Evaluación de Riesgos Laborales (2007) y Programa Liderazgo para lideres Repsol (2020). Su carrera profesional se ha desarrollado siempre en Repsol Química, donde entró como técnica de mantenimiento en Equipos estáticos (2001-2006). Después pasó a técnica de Mantenimiento y Planificación (2006-2014) y desde hace siete años ocupa el cargo de ingeniera de Fiabilidad y Mantenimiento.

«En seguridad hemos avanzado una barbaridad. Se nota en la cultura de la gente».
¿Por qué decidió estudiar una ingeniería?
Cuando estaba estudiando lo que me gustaba eran las ciencias y la tecnología. Se me daba bien. No es que tuviese vocación de ser ingeniera, porque no sé si alguien la tiene, pero sí que me parecía interesante y por eso me metí en ingeniería. Soy de Valladolid y quería seguir allí estudiando y, dentro de las posibilidades que tenía, la rama mecánica me gustaba. Me gustaban las máquinas y quería aprender más de esto. No fue una vocación, pero sí que eran cosas afines a mí.
¿En esa época eráis muchas chicas estudiando estas ingenierías?
Éramos muy poquitas. En los primeros cursos un 10 o un 15 por ciento, pero después, en la rama de mecánica de máquinas, muy pocas. Poco a poco las cosas van cambiando allí.
¿Cómo valora su experiencia en el extranjero acabando el proyecto final de carrera?
Muy buena. Todos los estudiantes que puedan hacer algún curso fuera creo que es buenísimo. Por todo. Para ver cómo trabajan otras universidades y como experiencia personal para valerte tu sola. A nivel personal va muy bien. Y aprendes un idioma. El alemán no lo he conseguido aprender, pero si el inglés. El proyecto lo hice en inglés. Las universidades en Alemania son muy punteras.
¿Hay mucha diferencia con las universidades de aquí?
Al menos en mi época, en España las carreras eran muy teóricas. Había poco taller y allí son mucho más prácticas y rápidamente haces prácticas en empresas. No tiene nada que ver. Los ingenieros que estudiamos en España empezamos a ver cosas de verdad cuando estás trabajando. Allá nos llevan ventaja.
¿Cómo fue su entrada en el mundo laboral?
Estando en Alemania, ya había mandado currículums a Repsol y alguna otra empresa que me interesaba. Me llamaron de Repsol y que si estaba interesada que me esperaban a que acabase de leer el proyecto. Las entrevistas las hice solo llegar a España. En julio leí el proyecto y me incorporé en setiembre en Repsol como técnica de mantenimiento en equipos estáticos.
¿En qué consistía este primer trabajo?
Dentro de estas plantas industriales como las de Tarragona, hay equipos estáticos y equipos dinámicos. Los equipos estáticos son intercambiadores de calor, columnas, calderas, a presión… Son equipos que no se mueven. Las turbinas y bombas son equipos dinámicos. Yo entré en el mantenimiento de estas instalaciones estáticas. Fue muy interesante. Yo había estudiado muchas cosas, como la dinámica de fluidos, y entonces las ves de verdad.
«Los últimos años hemos puesto mucho el foco en que las plantas sean más fiables»
Después pasó a técnica de mantenimiento en Planificación. ¿Fue una progresión en su carrera?
Sí porque además no teníamos entonces un Departamento de Planificación de mantenimiento como tal. Mi trabajo fue montarlo desde cero junto a mi jefe y unos colaboradores que teníamos. Estuvo fenomenal, porque ves todo el complejo y todas las especialidades de mantenimiento, no sólo las de mi rama de mecánica, que había estudiado, sino también de electricidad, de instrumentación. Y luego preparas todas las paradas grandes. Todo esto lo hacemos desde Planificación. Es un trabajo muy amplio, pero apasionante. Y montarlo a tu gusto, desde cero. Fue muy interesante y lo echo de menos.
Ahora es Ingeniera de Fiabilidad y Mantenimiento.
Este puesto es un ascenso más importante, porque viene a ser el delegado del jefe de mantenimiento en un área. No tenemos gente a cargo directamente, pero si funcionalmente. Hacemos la relación entre producción, mantenimiento y fiabilidad de esa área. También en esa época, las direcciones de fiabilidad y mantenimiento se unieron y estas figuras hacen la función de enlace entre la producción por un lado y la fiabilidad y el mantenimiento por otra. Está bien porque aprendes cosas de la parte de la parte de producción y entiendo sus necesidades e intento priorizar con los recursos que tenemos todos los trabajos que hay. Y controlar también que las instalaciones pasen todas las inspecciones necesarias, se hagan todas las revisiones programadas para intentar que la disponibilidad de las plantas sea la máxima.
En estos veinte años que lleva en Repsol, cómo ha sido la evolución en la seguridad y la fiabilidad.
En seguridad hemos avanzado una barbaridad. Se nota en la cultura de la gente. Se ha conseguido que todos seamos conscientes de donde trabajamos, que esto es muy peligroso. Y no sólo la seguridad, sino también el medio ambiente se ha cambiado mucho el chip. Y en temas de fiabilidad, también se está muy atento de mejorar porque intentamos hacer menos mantenimiento correctivo y más preventivo. Los últimos años hemos puesto mucho el foco en que las plantas sean más fiables. Está cambiando mucho el sector.
¿El Covid-19 os ha afectado mucho en el día a día?
Los primeros meses, mucho. Fue un cambio radical. Empezamos a teletrabajar, cosa que no habíamos hecho nunca. Hacíamos turnos, porque nunca hemos parado y en mantenimiento y producción siempre alguien tenía que estar allí. Se hacía muy raro no poder ver a tus colaboradores o tu jefe. Ahora ya estamos acostumbrados. La actividad se redujo mucho los primeros días y sólo se hacían cosas urgentes. Desde producción sólo pedían lo necesario y la gente que estaba en planta estaba para lo que hacía falta. Todo el mundo colaboró para que todo estuviera seguro y que se mantuviera todo en marcha, porque era importante seguir dando servicio. El plástico no se ha dejado de consumir. Éramos importantes en ese momento. Hicimos protocolos. A mi me tocó auditar los protocolos, que es complicadísimo. Poniendo sentido común y las cosas que vas aprendiendo, fuimos puliendo los protocolos y ahora los tenemos muy asumidos.
¿Habéis notado una aceleración en los procesos de digitalización?
Sí. Hemos avanzado mucho. A marchas forzadas y aprendiendo sobre la marcha. También hacía falta. Es una de las cosas buenas que se puede sacar de la pandemia.
¿Cómo ve el futuro del polígono químico de Tarragona en un contexto globalizado como el actual?
Entiendo que va a haber cambios, pero en Tarragona se va a invertir en ciertas plantas y se va a mantener bien. Habrá transición en ciertas cosas. La gente del sector puede estar tranquila. Tiene que haber transformación porque la sociedad la pide, pero será gradual.
«Ahora hay más chicas en la universidad, que entrarán en la industria y cada vez habrá más en puestos de responsabilidad»
¿Qué consejo o recomendación le daría a una persona que ahora asuma un cargo parecido al suyo en la industria química?
Por encima de todo, te tiene que gustar lo que haces porque es duro el trabajo, con mucha tensión. Tienes que disfrutarlo. Sino te gusta, dedícate a otra cosa, porque no vale la pena sufrir. Recomiendo mucho tesón y ganas de hacer las cosas. Lo demás lo aprendes allí en el día a día.
¿Cómo prevé su futuro laboral?
Yo no he sido nunca muy ambiciosa en este tema. Voy caminando hacia delante y me gusta hacer bien las cosas. Si veo algún día que eso no lo voy a hacer bien, diré que no. En los puestos que he ido teniendo me he visto bien, cómoda. Eran retos, pero sabía que podía llegar. Ahora no tengo ninguna perspectiva que voy a cambiar. Intento hacer mi trabajo bien, disfrutarlo y compaginarlo con mi familia. Mi futuro seguramente está en Tarragona, pero nunca se sabe. De vez en cuando pasa algún tren y lo tienes que coger. Ahora mismo no tengo en mente ningún cambio.
¿Cómo es la conciliación entre el trabajo y la familia en un puesto cómo el que ocupa?
Es complicado, pero en Repsol hay una política de conciliación importante y mi línea siempre me ha apoyado. Cuando lo he necesitado he podido hacer teletrabajo, reducción de jornada. La conciliación la podemos hacer y yo la he disfrutado. Necesitas ayuda de la pareja o de los abuelos si lo tienes. Cuando eres mamá sabes que la familia es prioritaria, pero no dejas el resto. En el trabajo yo nunca he sido tan eficiente como cuando tenía reducción de jornada. Quería llegar a todo y lo hacía encantada. Es cuestión de motivación.
El papel de la mujer ha evolucionado los últimos años en la industria química.
Poco a poco. Pero también es normal. Cuando yo entré éramos pocas chicas, pero ahora hay más chicas en la universidad, que entraran en la industria y cada vez habrá más en puestos de responsabilidad. Cuando empecé en el taller mecánico nunca había entrado una mujer y menos una chiquilla como era entonces. La gente me miraba un poco raro.
¿Alguna anécdota?
¿En los talleres qué es lo típico? Los calendarios de mujeres. Por todos los lados. Yo los miraba y todos los escondían. Pero entré bien. Muchos supervisores me veían como si fuese su hija. No me trataban mal. Sí de una forma muy paternal. Nunca me sentí mal por ser mujer. Con los jefes siempre he tenido buen trato. Hay una política de igualdad importante. Si es necesario que exista es por algo. Poco a poco se irá consiguiendo. El quid está en las familias, en educar a los niños en igualdad. Y hay que decir las cosas. Cuando ves una cosa que no es justa tienes que ser valiente y decirlo. Eso va a favorecer el camino a las que vienen detrás. Esto y con las chicas que se vengan formando en carreras técnicas y científicas eso dará la igualdad.